Como una isla de montañas que aparece por encanto en el horizonte de la gran planicie costera del Golfo de México, entre la cuenca baja de los ríos Papaloapan y Coatzacoalcos, se dibuja la silueta de una sierra de origen volcánico que a lo largo de sus historias ha capturado a navegantes, viajeros y conquistadores y desafiado a la naturaleza y la fantasía.